Había un rey que siempre recibía consejos de su ministro. Este continuamente le decía: “Todo lo que Dios hace es bueno”.
Entonces el rey, por un accidente, se cortó un dedo y al quedar muy angustiado, preguntó a su ministro: “He cumplido con todas mis obligaciones religiosas, ¿por qué Dios comete esta injusticia conmigo?”
“Todo lo que Dios hace es bueno”, contestó el ministro.
El rey quedó muy enojado y resolvió castigar al ministro, poniéndolo en la cárcel. Cierta mañana, el rey que siempre salía a cazar con su ministro, decidió ir solo, manteniendo preso a su ministro.
Mientras estaba en la floresta, el rey fue capturado por hombres que deseaban ofrecerlo en sacrificio. Él fue limpiado y preparado para eso, cuando en el último momento, al mirar su cuerpo constataron que estaba incompleto, faltándole un dedo y por no poder ofrecerlo en sacrificio, decidieron liberarlo.
Sintiéndose aliviado, el rey volvió a su palacio y liberando a su ministro dijo: “Ahora entiendo lo que usted quería decir con TODO LO QUE DIOS HACE ES BUENO. Y comentó toda la aventura que había pasado. Sólo no había comprendido ¿por qué Dios había dejado a su ministro estar preso injustamente?
“Todo lo que Dios hace es bueno”, repitió el ministro. “Yo siempre voy a cazar con su Majestad en la floresta; si yo lo hubiera acompañado, habría sido ofrecido en sacrificio, pues yo tengo todos mis dedos”.
Ponga en la memoria un poco de la Palabra de Dios: “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes le aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito” Romanos 8:28
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